La evaluación supone un proceso de cambio con una intencionalidad o finalidad. En Educación Física el movimiento se ha considerado un atributo del cuerpo y debe entenderse como el resultado de la relación existente entre la motricidad y el psiquismo. Por la intervención de la psique el movimiento se convierte en gesto, en conducta, es decir en portador de intencionalidad, de significación.
La evaluación debe ser entendida como una práctica reflexiva que nos permita comprender mejor lo que sucede en el escenario educativo. También nos ha de permitir investigar sobre nuestra propia práctica. Por tanto la evaluación nos debe servir para acumular el mayor numero de información sobre un alumno y sobre todos los aspectos que determinan el proceso de aprendizaje.
El proceso evaluativo
Si entendemos la evaluación dentro de un marco de ayuda o mejora del proceso de enseñanza, debemos concretar qué aspectos nos van a ser útiles:
El rendimiento del alumno: se trata de que el niño reconozca sus capacidades y habilidades y su desarrollo con respecto a sí mismo y a los demás.
Diagnosticar: el conocimiento del nivel inicial del alumno es clave para describir su progreso o desarrollo. Deberemos prever diagnósticos genéricos a principio de un curso y específicos al inicio de una unidad didáctica.
Valorar la eficacia del sistema de enseñanza: lo cual implica que se han de evaluar todas las fases de la acción didáctica.
Pronosticar las posibilidades reales de los alumnos: aspecto muy importante si no se quieren planificar objetivos difíciles de lograr o bien tender a comparar el logro de un niño con los otros.
Corregir y motivar a los alumnos: cuando un niño es informado sobre sus logros y sus errores siente que el profesor está atento a la marcha de su trabajo. La corrección constructiva es el elemento de evaluación inmediata más potente que poseemos. La alabanza mesurada constituye un elemento muy motivador para el niño.
Agrupamientos: la gran variedad de tipos de agrupamientos que se generan con las actividades que realizamos con nuestros alumnos nos permiten múltiples situaciones convivenciales que deben ser observadas y evaluadas.
La calificación: su objeto es el informar a los padres y a los alumnos sobre el proceso de aprendizaje. Si bien en el boletín que se entrega a los padres suelen aparecer expresiones concretas, en él se han de dar al menos la información de todos los aspectos evaluados y que dé pie para que en una labor de tutoría el profesor pueda posteriormente completar dicha información.
Los alumnos deben participar en la evaluación: de forma que se sientan partícipes de su propio proceso de enseñanza y le permita adquirir una actitud crítica y responsable. Aprovechamos este momento para desarrollar una capacidad más, porque la evaluación constituye otra situación de aprendizaje y no un elemento estanco dentro de nuestras programaciones.
La evaluación ha de ser continua: consiste en una atención continuada a todas las manifestaciones de los alumnos, que nos sirva para comprobar y mejorar la acción educativa. Se parte de una situación inicial y se pretende conseguir cambios en la conducta del alumno. Pero a estos cambios no se llega de forma inmediata, sino por etapas, Cada etapa presenta unos objetivos concretos y el logro de estos condiciona los objetivos finales.
Si entendemos la evaluación dentro de un marco de ayuda o mejora del proceso de enseñanza, debemos concretar qué aspectos nos van a ser útiles:
El rendimiento del alumno: se trata de que el niño reconozca sus capacidades y habilidades y su desarrollo con respecto a sí mismo y a los demás.
Diagnosticar: el conocimiento del nivel inicial del alumno es clave para describir su progreso o desarrollo. Deberemos prever diagnósticos genéricos a principio de un curso y específicos al inicio de una unidad didáctica.
Valorar la eficacia del sistema de enseñanza: lo cual implica que se han de evaluar todas las fases de la acción didáctica.
Pronosticar las posibilidades reales de los alumnos: aspecto muy importante si no se quieren planificar objetivos difíciles de lograr o bien tender a comparar el logro de un niño con los otros.
Corregir y motivar a los alumnos: cuando un niño es informado sobre sus logros y sus errores siente que el profesor está atento a la marcha de su trabajo. La corrección constructiva es el elemento de evaluación inmediata más potente que poseemos. La alabanza mesurada constituye un elemento muy motivador para el niño.
Agrupamientos: la gran variedad de tipos de agrupamientos que se generan con las actividades que realizamos con nuestros alumnos nos permiten múltiples situaciones convivenciales que deben ser observadas y evaluadas.
La calificación: su objeto es el informar a los padres y a los alumnos sobre el proceso de aprendizaje. Si bien en el boletín que se entrega a los padres suelen aparecer expresiones concretas, en él se han de dar al menos la información de todos los aspectos evaluados y que dé pie para que en una labor de tutoría el profesor pueda posteriormente completar dicha información.
Los alumnos deben participar en la evaluación: de forma que se sientan partícipes de su propio proceso de enseñanza y le permita adquirir una actitud crítica y responsable. Aprovechamos este momento para desarrollar una capacidad más, porque la evaluación constituye otra situación de aprendizaje y no un elemento estanco dentro de nuestras programaciones.
La evaluación ha de ser continua: consiste en una atención continuada a todas las manifestaciones de los alumnos, que nos sirva para comprobar y mejorar la acción educativa. Se parte de una situación inicial y se pretende conseguir cambios en la conducta del alumno. Pero a estos cambios no se llega de forma inmediata, sino por etapas, Cada etapa presenta unos objetivos concretos y el logro de estos condiciona los objetivos finales.
Instrumentos de evaluación
En Educación Física se habla de dos grandes tipos de valoración: objetiva y subjetiva; y de dos técnicas de valoración o medición: cuantitativas y cualitativas.
Dada la diversidad de actividades que tienen cabida en el currículo de la Educación Física no es imprescindible la utilización de ambos tipos.
Siguiendo las bases de la evaluación continua, el seguimiento de los alumnos se llevará a cabo registrando la información en una ficha para toda la etapa de enseñanza primaria. En ella aparecerán informaciones referentes a:
Datos de escolarización.
Observaciones médicas.
Evolución antropométrica.
Desarrollo de habilidades y destrezas motoras
Desarrollo de hábitos y actitudes psicoafectivas y sociales
Resumen de las evaluaciones realizadas
Asistencia
Registro de incidentes y sucesos a lo largo de la escolaridad
Registro de las acciones tutoriales realizadas tanto con el alumno como con los padres.
A continuación veamos como se valorarán y qué instrumentos se utilizarán para cada uno de los ámbitos que se han de evaluar:
Ámbito motor
En Educación Física se habla de dos grandes tipos de valoración: objetiva y subjetiva; y de dos técnicas de valoración o medición: cuantitativas y cualitativas.
Dada la diversidad de actividades que tienen cabida en el currículo de la Educación Física no es imprescindible la utilización de ambos tipos.
Siguiendo las bases de la evaluación continua, el seguimiento de los alumnos se llevará a cabo registrando la información en una ficha para toda la etapa de enseñanza primaria. En ella aparecerán informaciones referentes a:
Datos de escolarización.
Observaciones médicas.
Evolución antropométrica.
Desarrollo de habilidades y destrezas motoras
Desarrollo de hábitos y actitudes psicoafectivas y sociales
Resumen de las evaluaciones realizadas
Asistencia
Registro de incidentes y sucesos a lo largo de la escolaridad
Registro de las acciones tutoriales realizadas tanto con el alumno como con los padres.
A continuación veamos como se valorarán y qué instrumentos se utilizarán para cada uno de los ámbitos que se han de evaluar:
Ámbito motor
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